martes, 19 de mayo de 2009

El clave. Contexto histórico y compositores IV. Países Bajos.

El renacimiento en los Países Bajos

Es en la región flamenca (Países bajos) donde, por su desarrollo económico, la polifonía recibió un mayor impulso y alcanzó su máximo esplendor entre los siglos XV y XVI.
Los músicos de Flandes pronto se distinguieron por una técnica de contrapunto excelsa, y una inspiración cuasi-divina. En poco tiempo, esto se vio reflejado en una mayor influencia por parte de los músicos flamencos en todos o casi todos los centros musicales de Europa. Donde había polifonía se podía encontrar a un músico flamenco.
Esto se vio, además, potenciado gracias a la edificación de enormes catedrales en donde fue creada una gran cantidad de "schola cantorum".


El clavicembalo en los Países Bajos

Uno de los principales tipos de clavecín de principios del siglo XVII era el instrumento de estilo flamenco, y el nombre de la familia Ruckers es el que está más asociado a ésta influyente tradición. Los instrumentos flamencos eran de una construcción más sólida que los italianos, con los dos juegos de cuerdas básicos (uno de 8 pies y otro de 4, o los dos de 8 pies). Eran corrientes dos teclados, aunque el superior se usaba originalmente para transponer. Únicamente en la segunda mitad del siglo XVII se usó éste para contrastar los diferentes timbres, con la posibilidad de acoplar los dos teclados para un sonido más lleno. En los instrumentos más tardíos se encuentra un registro de sordina en el teclado inferior.
El sonido puede describirse como más lleno y redondo que en los instrumentos italianos, y la nota tiene una duración mayor. Un buen instrumento flamenco debe tener un sonido lleno en los graves y unos agudos dulces, como de campanillas.

Los flamencos frecuentemente pintaban sus instrumentos, y las tapas y las tablas de armonía decoradas eran corrientes.
Aunque los talleres de la familia Ruckers dominaban el mercado, también hicieron buenos instrumentos: Couchet, Dulcken, y Albert Delin al final del período.


Virginal, Espineta y Muselar

La espineta es un clavecín pequeño, de carácter doméstico, normalmente con una cuerda por nota. Sus cuerdas son más cortas, y frecuentemente se orientan diagonalmente al teclado para ocupar menos espacio. El virginal también tiene una cuerda por nota, pero éstas se orientan paralelamente al teclado. Este doméstico y útil instrumento era más popular que el clavecín en el Norte de Europa (particularmente en Inglaterra y los Países Bajos) a finales del siglo XVI y principios del XVII.


El virginal flamenco


Los Flamencos usaban el término virginal, espineta y muselar para denotar cualquier instrumento del tipo del virginal. Llegaron a convertir la concepción del virginal en un arte elevado, consiguiendo en los instrumentos grandes un sonido lleno y rico, aunque de duración breve, como en todos los virginales. La música compuesta para éste instrumento tuvo en cuenta ésta brevedad del sonido, usando pasajes rápidos, y ornamentos en los finales. Para hacer frente a la variedad de diapasones y transposiciones en boga en el siglo XVII en el Norte de Europa, los virginales flamencos se construían en diferentes tamaños.


Compositores

Entre finales del siglo XVI y principios del XVII, el compositor Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621) es el más destacable del clave holandés, haciendo la transición del renacimiento al barroco en su país.
Después de 1621, no hay más compositores que se destaquen en el ámbito del clave.

Fue compositor, organista y docente. Es uno de los primeros grandes compositores de obras para teclado europeos, y su obra como docente ayudó a cimentar la tradición organística del Norte de Alemania.

Probablemente el compositor haya pasado toda su vida en Ámsterdam, visitando de vez en cuando otras ciudades, en relación con su actividad profesional. Se le pidió que inspeccionara órganos, que emitiera opiniones y que aportara consejos en la construcción y reparación de de órganos. El viaje más largo que Sweelinck efectuó fue a la ciudad de Amberes en 1604, donde fue enviado por las autoridades de Ámsterdam para comprar un clavecín para la ciudad.

La influencia de Sweelinck se difundió en países tan lejanos como Suecia e Inglaterra, llevada al primero por Andreas Düben y al segundo por compositores ingleses como Peter Philips, que probablemente haya encontrado a Sweelinck en 1593;. Sweelinck, y en general los compositores neerlandeses, tenían vínculos evidentes con la escuela inglesa de composición. La música de Sweelinck aparece en el Fitzwilliam Virginal Book, que contiene en su mayoría obras de compositores ingleses. Escribió variaciones sobre el famoso Lachrimae Pavane de John Dowland. John Bull, quien probablemente haya sido un amigo personal, escribió una serie de variaciones sobre un tema de Sweelinck luego de la muerte del compositor neerlandés.


Escuelas de construcción de claves

Hay varias escuelas de construcción de claves. Las más importantes, tanto por su antigüedad como por su influencia, son la italiana y la flamenca. De ellas surgieron posteriormente la francesa, la inglesa, los clavecines de Alemania (de los que no se puede hablar propiamente de escuela ya que son de muy diferentes tipos) y los de la Península Ibérica. Cada uno de estos tipos de clave tiene una construcción y, por tanto, un sonido diferente.

Los clavecines que se construyeron a principios del siglo XX no están basados en modelos originales de los siglos anteriores, sino que se diseñaron siguiendo unas pautas cercanas a la estética decimonónica, que dieron como resultado un instrumento muy diferente en cuanto a sonoridad, recursos y aspecto externo (más macizo y con pedales). Para este tipo de instrumento está escrito todo el repertorio de nuestro siglo hasta la década de los 60, aproximadamente.


Los claves de la familia Ruckers

Los clavecines de la familia Ruckers son de gran variedad en cuanto a su tamaño y tipo de instrumentos y se hallan repartidos en los museos más importantes del mundo. En producción total de clavecines se pueden distinguir alrededor de veinte modelos diferentes de clavecines y virginales que existen a su vez en diversas mesuras.
Los claves flamencos ravales adaptados a las necesidades musicales del Alto Barroco, son quizás el instrumento ideal para el repertorio bachiano (Bach manifestaba su agrado por estos instrumentos y los franceses), ya que la complicada polifonía lineal se oye con sus voces claramente separadas. El ravalement de claves flamencos se puso en práctica dado el alto valor que tenían estos instrumentos en su época respecto de los demás. Un clave flamenco del S. XVII podía costar en el S. XVIII diez veces más que un buen clave inglés o francés. Se llegó también a la falsificación de claves imitando la construcción, decoración y hasta la roseta con las iniciales de Ruckers y Couchet (son los llamados claves falsos ravales).


Ornamentación de los claves flamencos

La decoración externa, es casi siempre producto del gusto personal de quién encarga el instrumento. Los factores que juegan un rol en la decoración externa de un clavecín, tienen que ver con modas locales o con la decoración del interior de una casa en la que este instrumento iba situarse












Decoración externa de un clavecín, A. Ruckers (copia de S. Núñez, 1996) vista lateral con las tapas cerradas.


A diferencia de los instrumentos italianos que generalmente no poseen decoración en la tapa armónica los clavecines flamencos están ricamente decorados.


En las tapas armónicas vemos no solo un tipo de técnica diferente del resto de la decoración del instrumento, ya que tanto por fuera como por dentro de la tapa externa superior del instrumento se utilizaba pintura al óleo (técnica que los flamencos dominaban ya por el 1430, un siglo antes) sino que también estética y temáticamente estas decoraciones de la tapa armónica, difieren del resto de lo representado.









Tapa superior del clavecín que fue encargado en 1604 por Sweelinck, el famoso compositor holandés, cuya tapa superior contiene una pintura alegórica a la ciudad de Ámsterdam, pintada por Pieter Isaacsz (Rijksmuseum de Ámsterdam)


Los instrumentos, se producían no solo para la corte y para los grandes pensadores de la época, los clavecines se convirtieron en parte casi obligatoria del mobiliario.
Las decoraciones de los clavecines son muy peculiares. Por fuera, vemos una gran diversidad de tratamientos. Algunas veces se le da una terminación imitación mármol o cuero con incrustaciones de piedras preciosas.
Al abrirlo, aparecía una obra de arte de calidad casi siempre de carácter religioso o en las versiones más populares una leyenda preferentemente en latín, que aludiese al valor de la música y la cultura.


Escrito por Miguel Bravo.

0 comentarios:

  © Blogger template 'Personal Blog' by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP